En el silencio de la noche quieta,
donde el susurro del sueño se despierta,
la brisa danza en la sombra del viento,
suave canto en un suspiro lento.
Como seda que acaricia el mar,
desliza secretos en su andar,
y entre los árboles murmura suave,
historias que el silencio grave sabe.
Bajo el manto estrellado y sereno,
la brisa se torna en eco pleno,
tejiendo sueños de estrellas y luna,
en el manto de la noche oportuna.
Así en la calma, en la noche, en el aire,
la brisa nos cuenta su viaje, su baile,
y en su vaivén encontramos consuelo,
un susurro eterno, un dulce anhelo.