A las forjadoras de sueños

 

 

En el rincón donde el sol empieza a asomar,
canta un susurro de esperanza,
es la voz de las maestras,
tejiendo futuros, pintando el alba.

Con manos que abren caminos y mentes,
dibujan estrellas en la pizarra,
cada palabra, una chispa,
cada gesto, una brújula clara.

En el eco de sus enseñanzas,
resuena un mundo de posibilidades,
cosechan en cada aula,
frutos de infinita curiosidad.

Tienen en sus ojos la luz de un faro,
y en su corazón, un vasto océano,
navegan con paciencia infinita,
sobre las olas del saber humano.

Cada día es una página en blanco,
que llenan con historias y sueños,
cada lección, un paso más firme,
hacia un mañana lleno de empeños.

Son las escultoras de la esencia,
modelando mentes con amor,
y en sus manos, el arte sagrado
de cultivar el valor y el honor.

A las maestras, guardianas del futuro,
cuyo amor es un faro y una guía,
se les dedica este humilde poema,
como homenaje a su eterna valentía.

 
Mis poemas

 

 

 

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